ARTÍCULO
El método Danza de la Vida nació en Barcelona, ciudad donde viví por treinta años. Motivada por vincular el arte con la ayuda social, di clases de danza en la Organización de Ciegos de España a personas ciegas y deficientes visuales por un período de diez años.
Este encuentro fue fundamental en mi carrera de bailarina, coreógrafa y docente, y supuso un giro de 180 grados en relación con todo lo que había aprendido sobre la danza: quienes podían danzar y quienes no, cuales eran los cuerpos “adecuados” para la danza, cual la edad “conveniente” para danzar. Todos estos conceptos fueron derrumbándose uno a uno, hasta que no quedó nada en pie, excepto lo esencial: cuando el movimiento viene del interior, de lo más profundo de nuestro ser, contiene verdad y belleza.
Cuando danza una persona que no ve, está libre de condicionamientos estéticos y prejuicios que limiten su expresión y su creación. La fuente de donde se nutre ese movimiento proviene del interior, de lo que cada persona trae consigo como experiencia de vida: los sueños, los sentimientos, la imaginación, el mundo consciente y el mundo subconsciente.
Todo lo que somos está presente en el momento de crear a través de la danza, ya que nuestro cuerpo contiene la memoria de nuestra vida. Cada ser humano es único y contiene en sí su propia danza.
En las clases con mis alumnos ciegos, me di cuenta de que el camino era utilizar estímulos basados en la naturaleza: danzar inspirándose en un río, un bosque, las montañas, las flores o el viento es un impulso maravilloso para motivar la creación en la danza.
Después del trabajo con personas ciegas me dediqué en Barcelona a ofrecer el método a todo tipo de personas. Llegó gente de todas las edades y profesiones que quería danzar; algunos buscaban en la danza herramientas para su trabajo en arte, arquitectura, salud, terapia, educación. Otros buscaban conocerse a sí mismos a través de la danza.
También apliqué el método en terapia individual. Durante dos años trabajé con Jack y Owen, hermanos mellizos con parálisis cerebral, con buenísimos resultados. Más tarde llevé el método a Alemania, Suiza y Austria. En Suiza, mediante el inglés y mi poco alemán, trabajé en la institución O.B.V. para ciegos.
Ellos también pudieron conectar y danzaron. He visto tanta belleza en tantas danzas de tantas personas que no puedo más que agradecerles a todas ellas el hermoso regalo que me han ofrecido.
Danza y sanación
Desde el punto de vista terapéutico, con este método se configuran, de forma armónica y equilibrada, los cuatro cuerpos de expresión del ser ya mencionados.
El hecho de trabajar con el cuerpo utilizando la imaginación creadora, con nuestros sentimientos, experiencias e ideas, propicia que nuestro consciente y subconsciente se comuniquen. Esta comunicación provee imágenes, visiones y un diálogo profundo con nosotros mismos, en el que podemos integrar situaciones vividas en el pasado y tener nuevas visiones en relación con la vida.
Básicamente -y es lo fundamental del proceso-, la profunda conexión con uno mismo en un estado de creación nos da la posibilidad de contactarnos con nuestro ser, con nuestro maestro interno, con el sí mismo, espacio donde habita la verdad, la unidad, la luz, la belleza. Durante todos estos años he sido testigo de que la práctica del método proporciona algo realmente maravilloso: las personas gradualmente van conectando con su verdadera misión en la vida.
Fuente: revista "somos" artículo escrito por Loreto San Juan
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